Dice el sabio Salomón que corregir a un necio es ganarse un enemigo, pero corregir a un sabio es ganarse su amor y aumentarle la sabiduría. ¡Qué gran verdad! Hace unos años atrás un grupo de eruditos de una sociedad bíblica en Miami me contrató para asesorarles en un proyecto de comunicaciones. El honor era inmenso y la verdad fue que aprendí más de ellos que ellos de mí. Fui yo el que debió pagarles por su amor, ejemplo y las espectaculares lecciones de teología.